Benas… ¿qué más puedes pedir, excursionista?
Heraldo, 4 de julio de 2021
Lo del valle de Benasque es un abuso. No se puede concentrar tanta magnificencia en una extensión de terreno sin incurrir en agravios con otros terrenos que, aun atesorando belleza, lo hacen en proporciones más mesuradas. En Benasque es trigonometría acumulativa, concentración de brillo, destinos interesantes a cascoporro. José María Ciria, hostelero de referencia en la zona (el hotel Ciria de Benasque es toda una institución) incide en un concepto al hablar de su querido valle: el pirineísmo o esencia de lo que supone la cordillera para la historia pasada, actual y futura del lugar. «Hay infinidad de rincones para disfrutar, con un encanto especial. Desde Benasque se sale hacia los Llanos del Hospital, donde nace la pista que se dirige a la Besurta, punto de inicio del eje clave en el valle. Durante la temporada veraniega la pista se cierra al tráfico y hay autobús que enlaza Benasque, Llanos del Hospital y la Besurta cada media hora. En coche se llega hasta los Llanos, y el servicio de bus madruga para atender a los excursionistas que gustan de salir a alba.
El Plan D’Están y La Besurta son dos paradas fundamentales. «El Plan –explica José María– es un lago que se hace en primavera y luego desaparece; se queda en riachuelo. La mayoría de los montañeros que quieren hacer Aneto y Maladeta cogen esta ruta. Desde ahí se ven de maravilla las tres hermanas de Paderna, por ejemplo. Es una de las muchas opciones que ofrece el valle: desde ahí se puede ir al Forau de Aigualluts, por ejemplo, donde nace el Garona; es una excursión muy bonita, de una hora ida y vuelta desde el Plan, sencilla para el público familiar y muy concurrido en verano, que puede extenderse hasta el Col de Toro; se ven de maravilla los tres miles más importantes». El Forau tiene unos 40 metros de profundidad; se trata de un sumidero en el que se precipitan las aguas de los glaciares del Aneto y la Maladeta.
A la izquierda de camino al Plan D’Están, con marmotas asomando bajo las piedras, está el valle de Estós. «Es una maravilla– afirma José María– y los lagos de los Batisielles, que están dentro del bosque, no se pueden dejar de lado; son cinco horas de ir y volver. Vallibierna, Remuñe, Literola, Gurgutes… no se acaban las opciones, hay zonas muy vírgenes de explotación turística».
A la hora de recomendar otras excursiones, las palabras de José María avalan esa anunciada variedad. «La de las Gorgas de Alba es una excursión de una hora de ida y vuelta, perfecta para familia, con cascadas preciosas e información botánica. Cerca de Benasque están los Tres Barrancos; y Salvaguardia con el Portillón s visitable sin nieve, porque con nieve es peligroso: ahí las vistas son increíbles. Para picos de más envergadura hay que invertir en un guía de montaña de la zona, que conozca bien todo:en los hoteles de la zona aconsejan al respecto».
La Asociación Turística Empresarial Valle de Benasque es un motor de actividad en la zona. «Somos 150 miembros entre hoteles, restaurantes, turismo activo y algún otro sector; lleva 30 años activa. Trabajamos a la espera de la conclusión de las obras del Congosto; eso sí, esta circunstancia permite dar más luz a la Ribagorza oriental. Es más largo y también muy bonito, pero la idea es que vayan abriendo tramos poco a poco, la carretera completa se entrega en 2023».
Comer en Benasque
De entre los muchos enclaves del lugar para reponer fuerzas tras las caminatas destaca el Fogaril del hotel Ciria (foto), su estelar lomo de corzo con colmenillas rellenas de foie y pan de frambuesas. El Ansils, en Anciles (a dos kilómetros del centro de Benasque) su ofrece conejo farsiu relleno. la oreja de cochinillo suflada o tuétano a la brasa con vieiras, entre otras delicias. La Llardana está en el camino de San Antón y borda las carnes a la brasa del Valle, pucheros y mariscos frescos. Su helado de leche merengada es un escándalo.