Benasque, aventura entre las nubes

Benasque, aventura entre las nubes

23 julio 2013 Artículos 0

Benasque, aventura entre las nubes | espana | Ocholeguas | elmundo.es.

Plenamente recuperado de las riadas de principios de verano, este valle espectacular con la mayor concentración de picos de 3.000 metros de todo el Pirineo despliega su infinita oferta de aventura.

Lanzarse en parapente a 1.500 metros de altura, ascender por pistas inimaginables gracias a una BTT eléctrica, caminar entre casas solariegas e iglesias románicas, descender ríos a remo, coronar cumbres, descubrir ibones, maravillarse ante el glaciar más grande de los Pirineos… El valle oscense de Benasque, un paraíso del deporte de aventura, emborracha de emociones.

1. El parque natural de Posets-Maladeta

Es la joya del valle, todo un festival de tres miles, glaciares, ibones y cascadas. Las excursiones son casi ilimitadas y las hay para todos los niveles, familias con niños incluidos. Una de las más asequibles y frecuentada comienza en la Besurta, el corazón del parque, y finaliza en la sima del Forao de Aiguallut, donde desaparecen misteriosamente las aguas del glaciar del Aneto. Todos los puentes, pasarelas, pistas y senderos están ya limpios y restaurados tras la crecida del río Ésera.

Todo se lo explican en el nuevo centro de interpretación, ahora situado en el mismo pueblo de Benasque, y que se inaugura este fin de semana. Una advertencia para neófitos: estamos en alta montaña. Más del 70 por ciento de la superficie del parque está por encima de los 1.800 metros y gran parte del paisaje está dominado por bosques de pino negro donde abunda la marmota, el sarrio o rebeco, y otras especies más difíciles de encontrar, como elquebrantahuesos y el urogallo pirenaico, la estrella del parque.

2. De Castejón al cielo (y al revés)

Una de las actividades más adictivas del valle es la posibilidad de surcar sus cielos. Por sus condiciones aereológicas, Castejón de Sos es una de las mecas indiscutibles del parapente. Existen tres escuelas de este deporte emocionante hasta el delirio, pero no hace falta lanzarse solo al vacío. Los vuelos biplazapermiten probar esta aventura acompañado de un experto, una modalidad apta incluso para niños. El vuelo más emblemático es el que parte de la falda del Gallinero (el lado sur de Cerler), a 1.500 metros de altura. También puede conocer el valle de Benasque desde el aire volando en ultraligero o avioneta.

3. Anciles, un paseo por otra época

El aislamiento histórico del valle ha hecho que se mantenga un patrimonio cultural propio, como el habla del patués (o benasqués) o la arquitectura típica del valle, con absoluto predominio de la piedra y la pizarra. El pueblo de Anciles, a sólo dos kilómetros de Benasque, parece salido de un cuento y es buen ejemplo de ello. Es el rincón que eligieron las familias más pudientes del valle, como muestran las grandes casas solariegas de los siglos XVI y XVII, muchas veces ataviadas de torres, murallas y capillas, y rematadas con tejados afrancesados. Pregunte por la Casa Suprián o la Casa Barrau. Merece la pena echarlas un vistazo.

4. En bici, sin límites

La bicicleta eléctrica no es tan trampa como parece y menos en Benasque, donde a no ser que sea un machaca de la BTT es francamente difícil llegar a ciertos puntos de la parte alta del valle, como el mítico puerto de Cerler-Ampriú (el de la Vuelta ciclista a España). Además del alquiler de estas bicicletas, Benasque ofrece excursiones guiadas para distintos niveles. Verdebike le propone además de rutas de alta montaña, otras culturales y hasta gastronómicas. Claro que si quiere realizar la última ruta señalizada de BTT que se ha inaugurado no necesitará ni pedalear: 20 kilómetros entre la cota superior del telesilla del Aneto y Castejón de Sos… todo de bajada.

5. Gastronomía de altura

La longaniza de Graus es legendaria, sobre todo cuando se pone en una parrilla de 25 metros cuadrados (sí, es récord Guiness) como ocurre este fin de semana, pero si busca algo más refrescante, la huerta aquí ofrece excelentes judías verdes, acelgas y calabacines. Más fama cosecha, sin embargo, eltomate rosa de Barbastro. Los carnívoros lo tienen fácil: aquí vive la vaca parda alpina, sin despreciar el cordero (Benasque es el único valle pirenaico con matadero propio) y mucho menos la caza. Para comer un lomo de corzo imbatible hay que ir al restaurante El Fogaril del Hotel Ciria. Y si busca una cocina tradicional pero con toques vanguardistas, al restaurante Sotobosque del Hotel Aneto. El valle tiene también su queso, el Benasqués, un curado fuerte cuya elaboración artesanal se puede ver en Casa Falisia, en Sahún.

6. El rafting más rápido

El rápido deshielo fue el gran culpable de la crecida que sufrió en junio el río Ésera. Hoy, sus aguas bajan tranquilas aunque con una cantidad de agua mayor de la que se podría esperar en esta época del año. ¿Qué significa esto? Para los amantes del rafting sólo una cosa: descensos más rápidos. Para practicar este deporte hay que desplazarse a Campo, por donde el río presume de caudal. Los descensos se pueden adaptar a todos los públicos. Existen tramos rebosantes de emoción, como la zona de slalom de las Pirámides, pero también otros más tranquilos y familiares. Con la ayuda de un guía profesional la verdad es que no se puede tener miedo al descenso. Junto al rafting, Sin Fronteras Adventure le tienta con cursos de kayak, con hidrospeedduckies, descenso de barrancos y otras disciplinas, eso sí, todas apasionantes.

7. Para pequeños montañeros

El valle de Benasque es un destino que piensa en los más pequeños y destierra el mito de que algunos deportes son únicamente para adultos. En el centro de interpretación del Parque Natural Posets-Maladeta le enseñarán las rutas más atractivas para los más pequeños. También organizan talleres para conocer esta naturaleza superlativa de los Pirineos. Jugarán a ser detectives de flora, a reconocer las huellas de los animales y hasta a identificar animales autóctonos que rara vez se pueden ver en otro lugar. Por cierto que las marmotas, esos animalitos que parecen ositos, les encantan y se pueden ver con mucha facilidad en las partes más accesibles del parque.

8. Benasque, punto de partida

El imán de las dos grandes cimas pirenaicas, el Posets y el Aneto, y la posibilidad de realizar un sinfín de excursiones por los bellísimos alrededores hacen que la capital del valle sea una base de operaciones perfecta para disfrutar de la montaña en los meses de verano. Benasque cuenta además con un pasado aristocrático del que da fe el Palacio de los Condes de Ribagorza, hoy casa de la cultura. Otro edificio singular es la Casa Juste, con torre almenada incluida. Todo el casco antiguo, cn sus balcones rebosantes de geranios, es peatonal, por lo que es ideal para terracear por los bares de Entre Plazas. Aunque si quiere conocer la taberna con más solera del valle, no lo dude, llame a la enorme puerta de madera de El Rabasón (Raíz, en patués), abierto en el año 66. Mariano, su dueño, le servirá un vino rancio (ojo que son 17 grados) que no deja indiferente a nadie.