Castejón de Sos, un pueblo de altos vuelos
Traveler, 12 de diciembre de 2023
En el extremo nororiental de la provincia de Huesca, junto a las cumbres más elevadas de los Pirineos, con el pico Aneto a la cabeza, una población de la comarca de Ribagorza se ha considerado normalmente la puerta de entrada al incomparable valle de Benasque.
Castejón de Sos, una localidad con la típica estética de los pueblos de montaña de esta franja del norte de España, se asienta en un marco incomparable en el que las condiciones orográficas y climáticas han creado el escenario idóneo para toda aquella persona aficionada al vuelo, en cualquiera de sus modalidades, dando lugar a un espectáculo digno de admirar incluso si no nos atrevemos a practicar estos deportes.
Aterrizamos, en sentido literal, en el municipio de Castejón de Sos, dispuestos a descubrir qué nos aguarda en estas fascinantes tierras regadas por las aguas del río Ésera.
LA MECA DEL PARAPENTE
“La Meca del parapente” es la recurrente frase que podremos oír de muchas personas que hablan del municipio de Castejón de Sos. Desde hace unas décadas, cuando se realizaron los primeros vuelos mediante esta modalidad, se ha ido forjando en este rincón aragonés una tradición en torno a esta actividad, hasta el punto de haberse convertido en uno de los mejores lugares tanto de España como del mundo para practicarla, como demuestran las muchas e importantes competiciones que ya se han realizado aquí.
La protección de las montañas pirenaicas, las características de los vientos, los bellos paisajes o la altura de despegue son algunos de los motivos por los que Castejón de Sos es uno de los mejores sitios para practicar estos deportes de aventura de altos vuelos, en cualquiera de sus modalidades, aunque el parapente es, sin lugar a dudas, el gran protagonista.
Una de las grandes virtudes de este municipio en este sentido es que es posible acudir a disfrutar de estos vuelos durante todo el año. Incluso si no nos atrevemos a lanzarnos al vacío, ya sea solos o en tándem con un profesional, el mero espectáculo de ver, especialmente en los meses de verano, un gran número de parapentes sobrevolando nuestras cabezas, ya merece sobradamente la pena nuestra visita.
UN LUGAR DE GRAN BELLEZA
Nada más acceder al municipio de Castejón de Sos a través del congosto de Ventamillo –una impresionante garganta que se abrió tras la retirada glaciar–, mientras dejamos a nuestro lado el curso fluvial del río Ésera, ya podemos adivinar que nos estamos adentrando en un escenario maravilloso.
Desde el núcleo de población de Castejón de Sos, en el que el gran referente es la antigua iglesia del siglo XVII, reconvertida en centro cultural y donde se llevan a cabo todo tipo de actividades o se localiza el curioso museo del Sarrio –un tipo de rebeco que está en peligro de extinción–, podemos partir para visitar el resto del municipio y sus otras localidades, como las de Liri, El Run o Ramastué.
Llegar a Liri es una de las excursiones imprescindibles. El barranco del mismo nombre cuenta con una sucesión de hasta 12 cascadas y saltos de agua que no dejan indiferente, si bien no todos los puntos son igual de accesibles y presentan distintos grados de dificultad.
Por su parte, El Run nos ofrece una joya del románico, como es la ermita de la Virgen de Gracia, a la que se llega tras una breve caminata desde el núcleo de población. La imagen de la nave con su torreón sobresaliendo y las paredes rocosas de fondo es una de las estampas más bonitas de la zona.
Mientras, Ramastué, situada a 1420 metros de altitud, destaca a simple vista por el campanario de la vetusta iglesia parroquial de Santa Eulalia. Desde aquí, las vistas de los paisajes son impresionantes.
Además de todo ello, la posición privilegiada de Castejón de Sos, así como su amplia oferta de restauración y, especialmente, de alojamiento, le permite ser también punto de partida para todo el valle de Benasque, las pistas de esquí o el Parque Natural Posets-Maladeta, por lo que representa una excelente opción para una escapada a esta área del Pirineo oscense.