La estación de Cerler: medio siglo vertebrando el valle de Benasque
Aragón TV, 8 de enero de 2022
El programa Objetivo de Aragón TV ha repasado la historia de la estación a través de las vivencias de los vecinos.
El 26 de diciembre de 1971 se inauguraba la estación de esquí de Cerler (Huesca) con cuatro remontes, un puñado de trabajadores y un valle que veía como la ganadería tradicional se agotaba como forma de vida. Han pasado 50 años desde entonces, tiempo en el que han cambiado muchas cosas en la estación. El programa Objetivo de Aragón TV ha realizado este sábado un viaje por el pasado, presente y futuro de un valle, el de Benasque, que vive con los ojos puestos en la nieve.
«El esquí se estaba poniendo de moda en España y unos señores de Barcelona de dinero buscaban un lugar para una estación más de capricho, aunque luego fuera para negocio, y este señor pasó por Cerler y dijo que esto era una oportunidad para salvar un pueblo destinado a perderse, porque no tenía ni carretera. Le dije: ‘Yo mañana subo con usted a ese trozo de montaña que puede valer para esquiar y le acompaño'», recuerda Carlos Güerri, pionero de la estación Aramón Cerler.
Desde aquel día han pasado 50 años y ha habido muchos cambios. En la actualidad, Aramón Cerler cuenta con 20 remontes funcionando, cada temporada pasan por sus instalaciones 350.000 esquiadores, hay 80 kilómetros esquiables y una ampliación en marcha.
Carlos Güerri y otros jóvenes del pueblo realizaron mediciones climatológicas periódicas, de espesores de nieve y temperatura con unas condiciones muy duras. Los inversores catalanes apostaron por la estación. Los vecinos se volcaron con ella y para su desarrollo pusieron todas las facilidades con sus terrenos. El valle de Benasque vio surgir su oportunidad.
«Nos cogió a un grupo de jóvenes y nos llevó a la estación de La Molina, donde ellos tenían sus raíces, para que viéramos el mundo de la nieve y aprendiéramos. Estuvimos dos años, dos temporadas aprendiendo antes de volver aquí. Este señor preparó a la gente joven para que luego supiéramos desarrollarnos aquí«, celebra Güerri.
Este recuerda que muchos pudieron quedarse gracias al trabajo que se generaba en el valle. «Empecé a trabajar el primer día que abrió la estación. Fue mi primer trabajo fuera de casa. Comencé en la taquilla, vendiendo. Tenía 18 años recién cumplidos y no había trabajo en Benasque, de hecho, tenía previsto irme de aquí, pero me seleccionaron y fue muy bueno«, rememora Pepita Mora, extrabajadora de la estación Aramón Cerler.
Punto de inflexión
La estación crece y en los años 70 se amplía por la zona de Ampriu, pero a principios de los 80 no era rentable y los trabajadores perdieron su empleo. «La estación no se podía cerrar porque era la vida del pueblo y del valle. Se rescató, me acuerdo bien, por iniciativa del alcalde. Se hizo ampliación de capital, con dinero de ayuntamientos y de la Diputación de Huesca y así seguimos unos años más», subraya Pepita Mora.
«He trabajado en la estación 45 años. Entré a los 17 años de ‘pister’, había poca gente, era una estación familiar, nos conocíamos a los clientes», recuerda José Antonio Castell, extrabajador de Aramón Cerler.
«Creo que fue en el verano del 88 al 89. Habíamos tenido una temporada muy mala y abrimos 13 días. No había forma de salir adelante con la temporada y fue cuando se lanzó a los cañones de nieve y un telesilla de cuatro plazas. Fue un cambio grandioso», aplaude Castell.
Como él, Ángel Sahún, también extrabajador de la estación, recuerda «los días difíciles en los que apenas había 15 esquiadores en las pistas», pero la situación cambió a mejor: «Empezaron a llegar autocares, colegios, grupos y el cambio social de final de la década de los 70 y hasta el año 2000 con carreteras, servicios».
Iniciado el nuevo siglo, se creó el grupo Aramón, que, actualmente, gestiona la mayoría de estaciones de esquí aragonesas, entre ellas, Cerler. «Se formó Aramón y esta ha sido una de las épocas más estables y con más crecimiento de la estación hasta el día de hoy«, comenta el director de la estación, Gabi Mur, quien destaca el «potencial» de Cerler: «Es una estación que tiene mucho desnivel, tenemos pistas largas, una de nueve kilómetros que es de las más largas de España y una zona de debutantes preciosa, rodeada de pinos, que es fundamental porque son la cantera del esquí».
Por las pistas de Cerler han pasado millones de esquiadores, muchos de ellos para disfrutar de las competiciones que ha acogido la estación a lo largo de los años. «Hemos tenido campeonatos de España de esquí alpino, de montaña, fuimos la primera que hizo la modalidad de esquí de montaña, que será olímpico, la Copa del Mundo de Esquí de Montaña…», enumera.
Y la estación sigue creciendo con proyectos como la telecabina desde Benasque o la ampliación hasta el vecino valle de Castanesa.
«Este año, la novedad es el nuevo remonte y la apertura a un nuevo valle. Hemos ampliado en pistas, en kilómetros, en capacidad de viajeros y hemos dado una nueva dimensión a la estación. Somos un gran dominio y se puede decir que aquí se puede viajar esquiando. Este es el principio de lo que es la ampliación para otra entrada por el valle de Castanesa, que es el objetivo final y que llevará tiempo, pero ya hemos empezado y esto es un granito», afirma Mur.
Cerler: motor económico y social del valle de Benasque
Se acaban de cumplir 50 años de un hito histórico, que fue la inauguración de la estación de esquí de Cerler. «Ha multiplicado el turismo y ha generado la obligación de tener más infraestructuras: poner parquin, desarrollo urbanístico paralelo y ahora puede haber 12.000 personas en el municipio de Benasque, por lo tanto, eso conlleva que hay que multiplicar infraestructuras, por ejemplo en párquines. Además, la hostelería ha crecido mucho y el comercio», indica José Ignacio Abadías, alcalde de Benasque.
Nadie en el valle imagina ahora la vida sin la estación, como señala Amelia Saludes, propietaria del estanco y tienda de regalos Eskirol: «Sería un desastre, no estaríamos nadie, empezando por mí. Si no hubiera estado mi marido trabajando en la estación nos hubiéramos ido a otro lado, no estaríamos aquí seguro. La mayoría de la gente no seguiríamos aquí».
«Desde los 13 hasta los 23 estuve viviendo fuera, hasta que acabé la carrera y ya me vine y decidí que aquí me quedaba. Cuanto más sales, más te apetece volver otra vez«, comenta Susana Sahún, profesora en la Escuela Española de Esquí de Cerler.
«Mi padre fue uno de los primeros maquinistas de la estación y mi tío, de la escuela de esquí. Mi abuela hizo un esfuerzo muy grande poniendo todas sus tierras para que esto se desarrollara y desde la familia se ha vivido con mucha pasión, con mucho esfuerzo y con mucho agradecimiento a esta forma de vida», recuerda la monitora.
Vecinos y turistas quedan prendados de Cerler y de sus posibilidades. «En la vida puedes ser vocacional y elegir tu profesión y supeditar donde vives según la profesión o elegir el lugar y adaptarte a lo que salga. Yo hice eso y elegí Cerler, el valle de Benasque, que me gusta para todo el año. He ido trabajando de lo que sea, he sido dependiente, camarero, taxista… y ahora estoy en marketing con el tema de la música», cuenta Iriex Vallcorba, catalán afincado en Cerler.
En los últimos dos años, Cerler ha creado un impacto económico de 10 millones de euros en el territorio. Hoy trabajan casi 500 personas en sus instalaciones y se calcula que cada uno genera 12 puestos indirectos. Con estas cifras, Cerler se considera una de las mejores estaciones de esquí de España, y quién sabe hasta dónde llegará en los próximos 50 años.