Benasque, el paraíso del esquí de fondo

Benasque, el paraíso del esquí de fondo

23 febrero 2016 Artículos 0

Paraíso del esquí de fondo (El Mundo – 18/02/2016)

Los Llanos del Hospital es el único centro dedicado al esquí de fondo que no ha cerrado ni un día desde el inicio de la temporada.

«Si no hemos contestado quinientas veces la misma pregunta, no la hemos contestado ninguna. Nos llaman todos los días porque la gente no se cree que mientras la mayoría de las estaciones están cerradas por falta de nieve, nosotros estemos abiertos, pero es cierto: no hemos cerrado ni un solo día desde que empezó la temporada en noviembre. Yo les digo que miren nuestra web, donde colgamos fotos de cada día, para que lo comprueben», dice Mario García, director de los Llanos del Hospital, el hotel y la estación de esquí nórdico y montaña situados en la cabecera del Valle de Benasque.

El paisaje completamente blanco que rodea este paraje enclavado bajo los Montes Malditos le dan la razón. Perdido en uno de los paisajes de montaña más hermosos de la geografía española, la orientación Norte del Hotel Hospital de Benasque le ha asegurado la nieve que esta temporada falta en la mayoría de las estaciones españolas de esquí y en todas las dedicadas al esquí nórdico.

Los miembros de los equipos españoles de esta disciplina del esquí son asiduos a un lugar que se distingue por la calidad de sus trazados, horizontales y con pendientes moderadas, los mejores para depurar la técnica de esta modalidad de esquí y también para potenciar la resistencia. «También es un sitio magnífico para aprender, como estos niños a los que doy clases», explica Chemari Carrera, director de la Escuela de Esquí Nórdico MasPirineo, mientras a su alrededor una docena de chavales de entre 8 y 12 años le escuchan embelesados. «Nos enseña muy bien, no sabíamos nada y ya hacemos el paso del patinador», exclaman al unísono.

Puede parecer lo contrario, pero el esquí nórdico es más sencillo de practicar que el alpino. Eso dicen los expertos. Al fin y al cabo, el más elemental de los pasos de este esquí es caminar por la nieve, ayudándose de unos largos bastones que llegan hasta los hombros. «Facilitan el impulso», explica Carrera quién señala que para esquiar aquí no hace falta más que tener ganas de hacerlo. «El material puede alquilarse y es algo más económico que el del alpino. También se pueden dar clases, aunque el precio sí es parecido al de las de aquel tipo de esquí», reconoce.

No solo vienen a este lugar esquiadores, también acuden para entrenar personajes de otros deportes como el alpinista Carlos Soria o los futbolistas del Athletic de Bilbao, pues su altitud favorece el aumento del hematocrito en sangre y, por tanto, la capacidad de resistencia. «Deportistas no faltan, pero es verdad que también viene gente, digamos normal, para pasar unos días, pasear con las raquetas de nieve, hacer alguna excursión o, simplemente, para escapar unos días y descansar», explica Mario García junto a la chimenea del salón de este edificio que cuenta con todas las comodidades de un hotel de lujo, incluyendo un impensable spa que abre sus ventanas al paisaje nevado.

Ocho siglos de historia

No siempre fue así. Este edificio es uno de los más antiguos del Valle de Benasque. Aquí estaba situado el antiguo Hospital que acogía a los viajeros que se aventuraban a cruzar los Pirineos, en unos tiempos en que las montañas eran un territorio más que peligroso. «La gente oye hablar del Hospital y piensa en camas, médicos y quirófanos, pero no se trata de eso. Hospital viene de hospitalidad, de hospedaje, de acoger y dar cobijo a los que cruzaban esta parte de los Pirineos», señala el erudito Jorge Mayoral, Presidente de la Fundación Hospital de Benasque, la prestigiosa entidad consagrada al estudio del pirineísmo que tiene su sede en este enclave.

A comienzos del siglo XIII se remontan las primeras citas que refieren la existencia de un hospital al pie de los puertos de Benasque, regentado por los Caballeros de la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, cuya misión era ayudar y socorrer a quienes viajaban entre Aragón y Francia. «Era una especie de fonda donde descansaban de la extrema dureza y los peligros que entonces suponía cruzar los Pirineos», explica Mayoral.

Laboratorio del esquí nórdico

Situado a una altitud entre 1.750 metros y 1.940 metros, la estación Llanos del Hospital tiene un total de 30 kilómetros de pistas repartidas en tres circuitos. Sus usuarios, que como ocurre en todas las estaciones nórdicas, tienen que pagar un forfait que da derecho a utilizar las trazas, se encuentran todas las mañanas los itinerarios perfectamente trazados con la característica doble huella.

La pista del Llano del Hospital está junto al edificio. De hecho, uno puede calzarse los esquís en la entrada y salir esquiando a la amplia llanura que forma en esta parte el valle abierto por el río Ésera. Sin ninguna dificultad, como señala su color verde, tiene una longitud de 7 kilómetros y es prácticamente horizontal (solo al final hay un desnivel de 50 metros).

Este circuito es el laboratorio perfecto para practicar los dos estilos que tiene el esquí nórdico: patinador y clásico. El primero, más atlético y exigente, consiste en desplazarse utilizando los esquís de la misma manera que los patinadores usan los patines, impulsándose lateralmente. El segundo es el que todos tenemos en la mente cuando pensamos en este tipo de esquí: deslizar adelante cada esquí apoyándose e impulsando con el bastón del brazo contrario, de una manera muy parecida a como caminamos.

El Llano de l’Estany es algo más exigente. De color azul y 18 kilómetros de trazado, su desnivel multiplica por tres el de la primera pista: 150 metros. Discurre aguas arriba y tiene varios tramos largos de continuas subidas y bajadas. Este itinerario puede combinarse con el de la Besurta, situado justo a continuación. Su color rojo señala que es el más difícil de los tres. Con cinco kilómetros su desnivel se queda a un metro de los cien.

Mario García está encantado por las nevadas que han caído los últimos días, pues no solo han aumentado el espesor de la capa de nieve, al haber caído sobre la capa helada ya existente, permitirá que se mantenga hasta bien entrada la primavera. «Normalmente la temporada de esquí de fondo dura hasta Semana Santa, a lo sumo una o dos semanas más. Luego le llega el turno al esquí de montaña».

La primavera es el momento de sacar las tablas de montaña, para practicar esta otra modalidad de esquí que combina el esquí alpino con el montañismo. Los Montes Malditos y el vecino macizo del Posets son lugares apreciados para este deporte, en especial la subida al Aneto, el pico más alto de los Pirineos, que puede subirse y, ¡sobre todo bajarse!, con los esquís de montaña. «No acaba aquí la cosa -añade Mario- cuando se marcha la nieve, llega el tiempo de los montañeros y los excursionistas, que ya dura todo el verano, aquí no cerramos nunca». Así debe ser la vida del hospitalero.